viernes, 9 de diciembre de 2016

HUMANIZAR LAS CIUDADES (I)

La revolución pendiente para las ciudades actuales es la recuperación de los espacios públicos para el disfrute de los vecinos, concepto que incluye tanto la peatonalización y restricción del tráfico y la rehabilitación de edificios y espacios emblemáticos o históricos como un  urbanismo amable y sostenible que premie la interacción entre los vecinos y su entorno en vez del dominio del ladrillo y el asfalto.

Durante años, las ciudades han sido sólo lugares para dormir y poco más, con lo que se le restaba importancia a su disfrute y a la calidad de vida, y la modernidad implicaba simplemente construir avenidas y edificios nuevos sin importar lo que te llevabas por delante. Casos como el de Murcia - a la que el desarrollismo franquista y protodemocrático dejaron sin apenas casco histórico - o Cartagena - durante años la ciudad más contaminada de España y que, a mi modo de ver, se ha visto perjudicada en los servicios por esa errónea visión de ciudad-dormitorio - atestiguan ese error.

Hoy en día queremos una ciudad diferente: cómoda para vivir y pasear, sostenible, bien equipada, con espacios para el disfrute de sus habitantes - parques, zonas peatonales o para vehículos de movilidad personal -, con aire lo más puro posible y en la que se respete y dé valor al patrimonio histórico y arquitectónico. Un lugar donde VIVIR, no sólo donde dormir.

La primera cuestión - las peatonalizaciones - implica sacrificios, por supuesto. Estamos acostumbrados a ir en coche a todos lados, y de puerta a puerta, por lo que nos generan una gran resistencia al cambio. Lógico y normal, cuando no hay una red de transporte colectivo (público o no) eficiente y bien estructurada, ni se toman medidas para fomentar y facilitar ese necesario cambio de mentalidad que poco a poco se va haciendo un hueco entre nosotros y que supone una gran mejora en nuestra calidad de vida, por no hablar de las esperadas reducciones de las facturas energética, sanitaria y de limpieza/mantenimiento que implicarían tales medidas. Unas medidas que, para conseguir su objetivo final y para que la transformación mencionada sea más llevadera y efectiva, no deben quedarse en el mero corte de calles o limitaciones de acceso de vehículos: la mejora y ampliación de los sistemas de transporte público colectivos, creación de aparcamientos disuasorios municipales, situados cerca de intercambiadores de transporte, vigilados y gratuitos con tu billete de bus o tranvía; bonificaciones en la compra de vehículos eléctricos unipersonales o en la tributación a establecimientos que - ya sea de modo particular o a nivel de asociaciones de comerciantes - ofrezcan servicio de transporte y reparto gratuitos y adquieran vehículos eléctricos para ello; intermodalidad en el transporte público colectivo, con bonos multitransporte y/o billetes válidos para cierto periodo de tiempo.... Serían buenas soluciones que contribuirían a hacerlo todo más fácil y permitirían reducir la necesidad del paso de coches y motos por el centro de la ciudad, posibilitando la instalación de carriles bici o medios colectivos de transporte en vías en las que ahora sería cuando menos complicado (mete tú ahora el tranvía por la Gran Vía de Murcia, sin cambiar nada, y verás la que lías...).

Ejemplos de esta transformación urbana en curso los tenemos, por ejemplo, en la peatonalización de las calles del casco antiguo de Cartagena, en el urbanismo de las zonas Norte y Sur de Murcia - con plazas ajardinadas, calles peatonales, carriles bici segregados en algunas áreas y espacio entre edificio y edificio -, el proyecto de peatonalización parcial de Alfonso X, la implantación del servicio MuyBici y el plan para fomentar el uso de la bici como medio de transporte urbano en el centro, en estos casos también en la capital regional.

Una transformación de nuestra forma de desplazarnos en los entornos urbanos que resulta deseable ya que, a cambio sólo de alguna pequeña incomodidad, trae consigo una reducción de la contaminación acústica y atmosférica y un mayor disfrute activo del entorno. La combinación del uso de  medios de transporte colectivos e individuales ligeros ( bicis y patinetes por un lado, cacharros eléctricos tipo Segway o similares por otro) es, a mi humilde modo de ver, el futuro imparable de los desplazamientos urbanos, eliminando el exceso de coches de nuestras calles y permitiendo disfrutar de una ciudad más agradable y apetecible que los vecinos, la hostelería y el comercio agradecerán con el tiempo sin duda alguna.

Una transformación que, evidentemente, llevará su tiempo. Bastante tiempo (más que el que dura una legislatura, para desgracia de algunos). Pero dejadme que os cuente una anécdota sobre los proyectos de larga duración:

Cuando Napoleón gobernaba Francia - y media Europa - cuentan que, en uno de sus Consejos les dijo a sus generales que quería que se plantaran arboles a lo largo de todas las carreteras del país, para que sus tropas se desplazaran a la sombra y así llegaran a una posible batalla sin el desgaste de una caminata bajo el sol (joder, amigo gabacho...¡pues imagínate en Murcia...!). Uno de sus comandantes, escandalizado le espetó: "Pero, Mi General... ¡Tardaríamos treinta años!". Y Bonaparte, imperturbable, se volvió hacia él y contestó: " Ah, claro... Pues entonces... ¡Razón de más para que empecemos inmediatamente!"

Pues eso.

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